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Erick Beltrán

Ciudad de México
1974

Proyección del doble, 2016
Madera, estructura de acero y dos globos terráqueos
55 x 140 x 140 cm

Colección del Museu d’Art Jaume Morera
Fondo Centre d’Art la Panera


Erick Beltrán, artista mexicano afincado en Barcelona, articula su trabajo a partir de múltiples investigaciones dirigidas a entender, analizar y cuestionar los mecanismos que estructuran los discursos científicos, filosóficos, políticos, económicos y culturales de la sociedad actual. A partir de sus proyectos queda claro que dispone de una gran capacidad para abarcar distintas áreas del saber, y que, después de estudiarlas a fondo, nos las devuelve a través de instalaciones formadas por infinitas capas conceptuales, formales y técnicas, como archivos, diagramas, mapas conceptuales, dibujos, textos, esculturas, etc. Sus trabajos tienen ambición intelectual, emergen de una insaciable sed de erudición que aspira a construir un conocimiento universal.

Los trabajos que se muestran de este artista, con motivo de la Biennal, forman parte de un proyecto más amplio que se presentó en el año 2016 en las dos sedes de la Galeria Joan Prats de Barcelona: «El doble no existe» y «El doble de las mil caras», un trabajo faraónico que indaga sobre cómo el pensamiento occidental negocia con el «yo» y el «doble», por lo cual ha tenido que recurrir al psicoanálisis, la mitología, la religión, la filosofía y la neurociencia.

Tal y como dice el artista, «es un espejismo que seamos una unidad. Pero la disolución del yo nos da tanto miedo que por eso la mitología, las religiones, han creado esta idea del doble. Al pensamiento occidental le interesa que creamos que el yo es indisoluble porque de ahí surge la voluntad. Al capitalismo le va bien esta idea». El «yo» es una ficción más que nos hemos otorgado los hombres para autoprotegernos, para corporeizarnos y tener unos límites que nos hagan inteligibles; sin embargo, los miedos, los sueños, los estados alterados de la conciencia, los pensamientos, la voz interior... revelan que no estamos regidos por una estructura única y unívoca. A la idea de «yo» le atribuimos conceptos como orden, alma, centro; por el contrario, el «doble» nos catapulta al abismo, es esotérico, es polifacético, no lo podemos aprehender y definir plenamente por su naturaleza múltiple. El doble nos desestabiliza; tal y como se planteaba en el texto de la exposición, «el doble es la crítica más incisiva a la autoproclamada integridad del yo».