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Mauro Cerqueira

Guimarães, Portugal
1982

Trepadeira #8

Colección del Museu d’Art Jaume Morera
Fondo Centre d’Art la Panera

La obra de Mauro Cerqueira ha tenido una presencia notable en el panorama español en los últimos años, sea por sus apariciones en su galería madrileña o por su participación en no pocas exposiciones colectivas. Cerqueira reside en Oporto, y su relación con su entorno tiene una importancia crucial a la hora de entender su obra, pues viene trabajando, junto con otros compañeros artistas, en la reivindicación del barrio como espacio de resistencia ante los embates del neoliberalismo contemporáneo, tendente a homogeneizar las ciudades, a anular las singularidades y a eliminar la esencia intrínseca de lo propio. Desde su célebre
espacio Uma Cerca Falta de Coerência, en el que combina su propio trabajo artístico con la gestión de residencias y una atenta inclinación al material gráfico, Cerqueira pelea con decisión en la preservación de la esencia vernácula de su ciudad, como puede observarse en su trabajo O mundo dos cegos (2012). A la luz de los procesos de transformación urbana que vienen sufriendo recientemente Lisboa y Oporto, ambas inmersas en una inquietante burbuja, su obra cobra ahora gran relevancia.

En la primera exposición individual de Cerqueira en España, en la primavera de 2013, se tocaban con nitidez estas pautas. Planteaba en ella la perversión inherente al fenómeno de la gentrificación, que abarata las condiciones de la vida urbana de muchos ciudadanos para beneficiar a unos pocos especuladores. En una sola instalación que ocupaba todo el espacio, contraponía la singularidad individual de los tradicionales adoquines de las calles con las construcciones industriales de carácter serial por las que serán pronto reemplazados, una metáfora rotunda que se encuentra en el centro de todo su trabajo.

Sus conocidas Trepadeiras (2013) están realizadas con listones de persianas que establecen una relación ambigua entre espectador, obra y espacio. Se adhieren en apariencia con naturalidad al espacio, pero producen no pocas tensiones. Se alimenta así un sentido de lo doméstico al que no le es posible desligarse de cierta violencia; la precariedad oponiéndose siempre a las promesas de comodidad de las sociedades capitalistas.