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DONACIÓN DE OBRAS DE FRANCESC ABAD AL CENTRE D’ART LA PANERA DE LLEIDA

Las  piezas que el artista ha donado son: Paisatge & pròtesi (1990), Un alè d’aire (1996), Primo Levi – 174517 (1997) y Monòleg del jo (1997). Con esta donación, la colección de La Panera incorpora a un artista imprescindible para entender las relaciones entre el arte y el pensamiento europeo del siglo XX, la memoria histórica y la naturaleza. Así, se materializa una larga presencia de la obra de Francesc Abad a Lleida, dentro y fuera de la Panera: «La Paraula i el Món» (Institut d’Estudis Ilerdencs, 1999), «Wart War» (el Roser, 2002), «Paisajes Después de la Batalla» (La Panera, 2004), «Ejercicios de Memoria» (La Panera, 2011) y «Werkstatt: Laboratorio de Creación» (La Panera, 2011).

Francesc Abad (Terrassa, 1944) desde los inicios de su actividad artística en los años 70, ha utilizado el lenguaje del arte conceptual como eje vertebrador en sus obras. Juntamente con otros artistas, como Muntadas, Àngels Ribé o Francesc Torres, F. Abad ha contribuido a establecer el actual panorama del arte conceptual, tanto a nivel de Catalunya, como del resto de España.   

La obra de Francesc Abad se fundamenta en la tradición intelectual europea, concretamente en los pensadores y escritores formados antes de la Segunda Guerra Mundial. El legado de estos hombres y mujeres que fueron testimonios, y en muchos casos víctimas, de la barbarie se hace presente en las obras de Abad mediante la cita escrita, la metáfora, el símbolo y la alegoría. El artista recoge fragmentos de pensamiento (palabras y frases, tanto escritas como gravadas) y materiales de archivo, y con ellos construye diferentes dispositivos (esculturas, instalaciones, intervenciones públicas…) con el propósito de restaurar la densidad de la experiencia humana, de reconstruir el pensamiento y el legado de la historia. Francesc Abad realiza una obra exigente; en su caso la estética está vinculada directamente con el conocimiento. El artista se interroga por el sujeto y cómo el contexto político, social, económico, cultural y ecológico lo conforma. En la búsqueda de este interrogante mayúsculo, Abad siempre ha buscado la complicidad de pensadores marcados por los conflictos del siglo XX (Walter Benjamin, Hannah Arendt, Simone Weil, René Char, Paul Celan, Anna Akhmàtova…) de quienes ha absorbido tanto el corpus intelectual como la biografía.  La instalación Primo Levi – 174517 (1997) surge del interés de Abad por la vida y la obra del escritor italiano de origen judío, que fue deportado al campo de concentración de Auschwitz-Monowitz, donde le fue asignado y tatuado el número que da título a la obra y que reviste de arriba abajo las cuatro paredes que rodean unos estantes con libros. Primo Levi —y otros intelectuales que fueron víctimas del nazismo— es reivindicado por Francesc Abad desde el momento en que su trayectoria vital condensa experiencias intensas y dolorosas que pueden llegar a explicar tanto la grandeza como la crueldad de la condición humana.

Ante la barbarie generada por guerras y regímenes totalitarios (franquismo, nazismo, estalinismo…), el individuo sólo puede refugiarse en la cultura y la naturaleza. La cultura se manifiesta en el arte, el pensamiento y la escritura. Francesc Abad, con Monòleg del jo (1997), reivindica la capacidad regeneradora inherente en el individuo y la fuerza de la palabra; como indica Heidegger, a pesar de las dificultades, podemos sobrevivir con el pensamiento: «Estando en silencio el hombre habla».

Con respecto a la naturaleza, Abad constata que ha experimentado un gran retroceso a causa del triunfo de la industrialización y el capitalismo, el paisaje ha perdido su contexto. Posiblemente, en un futuro, la única forma de recuperar el paisaje será exclusivamente a través de la palabra. De ahí que la obra Paisatge & pròtesi (1990) fuera concebida para ser insertada directamente en la trama urbana.

Esta idea de progreso que ha dejado de lado la naturaleza también ha arrinconado al hombre. El capitalismo incorpora al sujeto como fuerza de trabajo o consumidor de una sociedad espectacularizada. Esta alienación puede ser simbolizada por las ventanas ciegas de la instalación Un alè d’aire (1996), fragmentos de arquitectura industrial posfordista. Se trata de fábricas textiles que surgieron con la primera revolución industrial en su ciudad natal —Terrassa— y que ya anunciaban un cambio inminente de la condición humana, que, como siempre a lo largo de nuestra historia como especie, incorporaba aspectos positivos y negativos. Es en la negociación de los contrarios, en la interrogación por nuestros actos, por nuestra responsabilidad como sujetos donde se encuentra la obra de Francesc Abad.

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