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Solo si huele a tierra

A cargo de Blanca Arias

ESPAI 0

Alicia Arévalo, Anaïs Florin, Anna Irina Russell, Cande Lázaro, Helena Laguna Bastante, helena vinent, Mar Reykjavik, Maria Alcaide, Marina González Guerreiro, Marta Galindo, Feña Celedón Pérez (Muerte a la Norma / Monster Lab), Tau Luna Acosta y Yun Ping 昀平.

 

«La teoría puede ser un rocío que se levanta de la tierra y se recoge en la nube de lluvia y vuelve a la tierra una y otra vez. Pero si no huele a tierra, no es bueno para la tierra.»

Adrienne Rich, Notes towards a politics of location

 

Desde la década de los setenta, uno de los compromisos básicos de las prácticas feministas ha sido transformar el cuerpo en un espacio para la liberación. Una corporalidad que empieza siendo individual, capturada en los límites del propio cuerpo, pero que cobra agencia al hacerse colectiva, que crece en paralelo al deseo de devenir una sola, múltiple y polifónica . Por eso, como propone Adrienne Rich en Notes towards a politics of location, es necesario ubicar el terreno desde donde construimos nuestra voz: no para transcender el cuerpo, sino para reclamarlo y responsabilizarnos de nuestra proximidad con el centro o con la periferia. Esta conciencia de la posición, entrelazada con la noción de vivir en y con un mundo herido —marcado por la violencia colonial, cisheteropatriarcal y capitalista—, ha doblado el paradigma antropocéntrico que se beneficia de la desvinculación afectiva y material del cuerpo humano con su entorno y con el resto de formas de vida. ¿Qué mundo se acaba cuando invocamos el fin del mundo? ¿Cómo vivir el apocalipsis con ternura? ¿Qué ruinas imaginamos en el paisaje del futuro?

 

Atendiendo a la complejidad del entramado de relatos que perfilan el cuerpo como territorio, esta exposición anhela tejer una red de artistas jóvenes establecides en el Estado español que, desde la multiplicidad de los feminismos, nos invitan a imaginar y, potencialmente, encarnar lo que puede un cuerpo cuando entra en relación con otros cuerpos. No solo para celebrar que existimos juntes, conectades, sino para especular sobre los significados de ser un cuerpo y habitar el mundo desde él. Aquí los feminismos no aparecen como temática, sino como metodología. El cuerpo no se representa, sino que se presenta: latente, provisional, mórbido. Ya sea rasgándolo como superficie mapeable, hibridando los binarismos y abriéndonos a habitar la frontera, o explorando la posibilidad de convertirse en paisaje, esta cartografía nos presenta la urgencia de cuestionar la identificación del sujeto del feminismo con la naturaleza para reconsiderar la relevancia del cuerpo como la geografía más cercana y siempre atravesada por la política, la narrativa y el artificio.

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